LAS RUINAS DE «EL CARMEN», LA HUERTA DE DOS HERMANAS DONDE SE CULTIVÓ EL TÉ.
Continúa en pie el torreón centenario de esta finca que contaba con capilla, piscina y timbres en las alcobas
Entre Las Portadas y la antigua autovía, perdidos entre escombros y maleza, aún desafían al tiempo los restos de lo que fue una preciosa finca de recreo. Su nombre, «El Carmen», todavía luce en uno de los viejos tabiques que, a punto de derrumbarse, salen al paso del caminante. El extenso terreno, que contaba con alberca, piscina y hasta cantera de albero fue, entre los años 20 y los 60, un vergel donde los frutales (granados, perales, limoneros...) crecían junto a olivos, palmeras e incluso la exótica planta del té. Cerdos, vacas, patos, gallinas (y hasta el lobo que se las comía) campaban en los alrededores de este palacete, entonces muy a las afueras de Dos Hermanas. Lo mandó construir, a la última moda regionalista, el sevillano José Romero Martín, que la usó como finca de recreo familiar. Tras un largo camino desde el cancelón de entrada, daba la bienvenida la parte más llamativa de la vivienda: un torreón (todavía hoy en pie), presidido por el enorme azulejo de una Virgen del Carmen, iluminada por un farol de forja. El cuerpo de la casa, dividido en dos partes, constaba de ocho habitaciones (todas con timbre para llamar a la servidumbre), salón y cocina con chimeneas, y hasta una capilla (con una Virgen del Carmen, por supuesto). Atendían las dependencias una cocinera, un cuerpo de plancha, el capataz con su familia y un ama de llaves.1924.- A las puertas de su palacete, posa con su nuevo Fiat (con bocina) el procurador José Romero Martín. En el coche, su esposa Dominica Encinas Reyes y su sobrina Pastora, que acabó convirtiéndose en su nuera. En la puerta asiste a la escena parte del servicio doméstico
Fue en una de esas alcobas, durante unas vacaciones, donde, a hurtadillas, se acercaron (quizá demasiado) Ángel (uno de los hijos del dueño) y Pastora, una prima hermana que había venido de Salamanca. Tras quedarse embarazada, se casaron y vivieron aquí durante 40 años. Añadieron a la casa un cierre acristalado, donde el matrimonio pasaba largos ratos: a él le encantaba ver llover y a ella coser. Tuvieron cuatro hijos: José, Ángel, Ramón (fallecido de tuberculosis en la tierna infancia) y Concepción. En 1964 fallece Ángel y Pastora abandona «El Carmen». La huerta fue alquilada a terceros por temporadas y llegó a albergar una guardería y una residencia de ancianos. En 1989, al marcharse el capataz, quedó merced del vandalismo. Hoy, a pesar del expolio sufrido y del tiempo transcurrido, «El Carmen» mira a Dos Hermanas. orgulloso, desde su torreón centenario.
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