"Nuestra Señora de Valme y mi Señora Santa Ana andan rondando de noche
al pueblo de Dos Hermanas"
Desde fines del siglo XV, la devoción a Señora Santa Ana ha tenido una gran importancia en la vida de los habitantes de nuestra ciudad, tanto que desde pronto la tuvieron como su Patrona y Abogada.
Así, a Ella han acudido generaciones de nazarenos implorando protección y ayuda ante las numerosas calamidades que han asolado Dos Hermanas, desde epidemias y pertinaces sequías, hasta plagas y otros problemas más circunscritos al ámbito personal.
Los nazarenos veían a la Santa Abuela de Cristo como especial intercesora ante Dios cuando se presentaba algún mal. Y tantos beneficios recibían, que no dudaban en reflejar su agradecimiento y, sobre todo, su devoción hacia Santa Ana en los distintos documentos de la época, ya fuesen de tipo notarial, judicial o concejil. Personajes como el labrador Francisco de Guzmán y Ponce de León, el escribano público Francisco José de Arquellada o el sacristán Antonio de Baena, se referían siempre a nuestra Patrona como "mi Señora Santa Ana". Un posesivo que indica, claramente, un especial valor afectivo. Y no olvidemos al poderoso hidalgo nazareno Francisco Domínguez de Rivas, que lo fue todo en nuestra localidad en el tránsito del siglo XVII al XVIII, que, en su poder para testar, fechado de septiembre de 1724, no dudó en dejar reflejado su especial predilección por la Santa, mencionándola de esta manera tan curiosa y, a la vez, cariñosa: "a mi Señora Santa Ana, Su Madre, feliz Protectora de esta uilla".
Pero también quisieron mostrar esa significativa predilección que sentían hacia Ella, mandando ser enterrados en la capilla de la Patrona. Desde grandes personalidades como el mercader Bernardo de Grimaldo, figura imprescindible en la vida comercial de la Sevilla del Descubrimiento, hasta vecinos de la más humilde condición como Juan Moreno, pidieron recibir sepultura en aquel importante recinto sagrado.
Pero si hay una institución que encarne aquella predilección que desde siempre sintieron los nazarenos hacia la Santa Abuela de Cristo y, a la vez, custodie y fomente no solo su devoción sino también una tradición de siglos, esa es, sin lugar a dudas, la hermandad de Señora Santa Ana.
Institución que cumple cinco siglos de Historia, una efeméride que no debe pasar desapercibida pues, a fin de cuentas, no es más que el reflejo de cinco centurias de Historia de nuestra ciudad.
Tal aniversario bien merece una exposición que muestre a los nazarenos de hoy lo que significó y significa para Dos Hermanas y sus habitantes la hermandad de Santa Ana y, sobre todo, la devoción hacia su Patrona a lo largo del tiempo. Sin ambas, no se podría entender la Historia de este pueblo. Todo sea "a honra e alabança y servicio de Dios e de la Señora Sancta Ana, la qual es nuestra auocación en este dicho lugar de Dos Hermanas".
Desde fines del siglo XV, la devoción a Señora Santa Ana ha tenido una gran importancia en la vida de los habitantes de nuestra ciudad, tanto que desde pronto la tuvieron como su Patrona y Abogada.
Así, a Ella han acudido generaciones de nazarenos implorando protección y ayuda ante las numerosas calamidades que han asolado Dos Hermanas, desde epidemias y pertinaces sequías, hasta plagas y otros problemas más circunscritos al ámbito personal.
Los nazarenos veían a la Santa Abuela de Cristo como especial intercesora ante Dios cuando se presentaba algún mal. Y tantos beneficios recibían, que no dudaban en reflejar su agradecimiento y, sobre todo, su devoción hacia Santa Ana en los distintos documentos de la época, ya fuesen de tipo notarial, judicial o concejil. Personajes como el labrador Francisco de Guzmán y Ponce de León, el escribano público Francisco José de Arquellada o el sacristán Antonio de Baena, se referían siempre a nuestra Patrona como "mi Señora Santa Ana". Un posesivo que indica, claramente, un especial valor afectivo. Y no olvidemos al poderoso hidalgo nazareno Francisco Domínguez de Rivas, que lo fue todo en nuestra localidad en el tránsito del siglo XVII al XVIII, que, en su poder para testar, fechado de septiembre de 1724, no dudó en dejar reflejado su especial predilección por la Santa, mencionándola de esta manera tan curiosa y, a la vez, cariñosa: "a mi Señora Santa Ana, Su Madre, feliz Protectora de esta uilla".
Pero también quisieron mostrar esa significativa predilección que sentían hacia Ella, mandando ser enterrados en la capilla de la Patrona. Desde grandes personalidades como el mercader Bernardo de Grimaldo, figura imprescindible en la vida comercial de la Sevilla del Descubrimiento, hasta vecinos de la más humilde condición como Juan Moreno, pidieron recibir sepultura en aquel importante recinto sagrado.
Pero si hay una institución que encarne aquella predilección que desde siempre sintieron los nazarenos hacia la Santa Abuela de Cristo y, a la vez, custodie y fomente no solo su devoción sino también una tradición de siglos, esa es, sin lugar a dudas, la hermandad de Señora Santa Ana.
Institución que cumple cinco siglos de Historia, una efeméride que no debe pasar desapercibida pues, a fin de cuentas, no es más que el reflejo de cinco centurias de Historia de nuestra ciudad.
Tal aniversario bien merece una exposición que muestre a los nazarenos de hoy lo que significó y significa para Dos Hermanas y sus habitantes la hermandad de Santa Ana y, sobre todo, la devoción hacia su Patrona a lo largo del tiempo. Sin ambas, no se podría entender la Historia de este pueblo. Todo sea "a honra e alabança y servicio de Dios e de la Señora Sancta Ana, la qual es nuestra auocación en este dicho lugar de Dos Hermanas".
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